Suele pasar que a veces somos emotivos, porque nos sentimos frágiles, vulnerables, y desarrollamos técnicas de protección y preservación ante nuestro entorno para que los impactos del mundo no nos alcancen y no hieran, de la emotividad vienen también nuestras delicadezas, a veces formas finas en nuestro trato, el evitar las brusquedades y ¿por que no? nuestras expresiones groseras, pero a veces, esa emotividad nos lleva a una constante preocupación por escabullirnos, por no darnos a notar, por pasar inadvertidos, recurriendo así al disimulo y en ocasiones a la hipocresía.
También suele pasar que somos desganosos, y es que a veces, las resistencias que se oponen a nuestra realización en vez de impulsarnos a crecer y a arrasarlas para librarnos de ellas, nos repliegan y nos ensimisman. ¿Y que ocurre cuando nos vemos involucrados en una situación compleja? una que exija nuestra colaboración, nuestra decisión, nuestra actividad; una que exija a plenitud nuestra determinación: Nos desganamos, y nos desganamos para no decidir, ¿o es acaso indiferencia?, no, es una irresponsabilidad consentida, que a su vez conlleva una decisión: decidimos ser irresponsables. Por eso preferimos desconectarnos de los quehaceres, por eso decidimos dejar todo para mañana.
También suele pasar que somos desganosos, y es que a veces, las resistencias que se oponen a nuestra realización en vez de impulsarnos a crecer y a arrasarlas para librarnos de ellas, nos repliegan y nos ensimisman. ¿Y que ocurre cuando nos vemos involucrados en una situación compleja? una que exija nuestra colaboración, nuestra decisión, nuestra actividad; una que exija a plenitud nuestra determinación: Nos desganamos, y nos desganamos para no decidir, ¿o es acaso indiferencia?, no, es una irresponsabilidad consentida, que a su vez conlleva una decisión: decidimos ser irresponsables. Por eso preferimos desconectarnos de los quehaceres, por eso decidimos dejar todo para mañana.
Es cierto, nos gusta rumiar la vida, le damos vuelta a lo ya vivido como si no quedara nada más que hacer, lo hacemos para escapar del aburrimiento de la inactividad en la que solemos caer y encontramos consuelo en esa vida interior que cada quien ha vivido: recuerdos, padecimientos, alegrías, historias. El mundo que fue.
Ese amor por lo que hemos vivido (y no por lo que nos queda por hacer), nos hace melancólicos.
Melancólicos porque nos quedamos encerrados en moradas interiores, y de ahí hacemos surgir la vida, de la imaginación de mil mundos a los que conferimos valor y sentido, pero el saber que esos mundos reposan en la nada da lugar a una melancolía con todos los matices de encubrimiento, mentira y fingimiento que puede denotar la palabra.
Así es como en ocasiones resultamos ser, la ontología no miente...
Así es como en ocasiones resultamos ser, la ontología no miente...
3 comentarios:
A veces nuestro reflejo no es suficiente para saber cómo somos... pero nuestras acciones... esas nunca fallan..
SALUDOS..........XD!!
Todo depende de que tan fiel sea el espejo lili.
Saludos.
y cuando tu reflejo no es lo que esperas??... cuando sabes que tus acciones no han sido las correctas???....
Que mas se puede hacer?
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