domingo, 4 de enero de 2009

El ente que somos

Mirar nuestro reflejo por un momento es darnos cuenta de como somos, y es que a veces nuestras conductas hablan por sí solas.

Suele pasar que a veces somos emotivos, porque nos sentimos frágiles, vulnerables, y desarrollamos técnicas de protección y preservación ante nuestro entorno para que los impactos del mundo no nos alcancen y no hieran, de la emotividad vienen también nuestras delicadezas, a veces formas finas en nuestro trato, el evitar las brusquedades y ¿por que no? nuestras expresiones groseras, pero a veces, esa emotividad nos lleva a una constante preocupación por escabullirnos, por no darnos a notar, por pasar inadvertidos, recurriendo así al disimulo y en ocasiones a la hipocresía.

También suele pasar que somos desganosos, y es que a veces, las resistencias que se oponen a nuestra realización en vez de impulsarnos a crecer y a arrasarlas para librarnos de ellas, nos repliegan y nos ensimisman. ¿Y que ocurre cuando nos vemos involucrados en una situación compleja? una que exija nuestra colaboración, nuestra decisión, nuestra actividad; una que exija a plenitud nuestra determinación: Nos desganamos, y nos desganamos para no decidir, ¿o es acaso indiferencia?, no, es una irresponsabilidad consentida, que a su vez conlleva una decisión: decidimos ser irresponsables. Por eso preferimos desconectarnos de los quehaceres, por eso decidimos dejar todo para mañana.

Es cierto, nos gusta rumiar la vida, le damos vuelta a lo ya vivido como si no quedara nada más que hacer, lo hacemos para escapar del aburrimiento de la inactividad en la que solemos caer y encontramos consuelo en esa vida interior que cada quien ha vivido: recuerdos, padecimientos, alegrías, historias. El mundo que fue.

Ese amor por lo que hemos vivido (y no por lo que nos queda por hacer), nos hace melancólicos.
Melancólicos porque nos quedamos encerrados en moradas interiores, y de ahí hacemos surgir la vida, de la imaginación de mil mundos a los que conferimos valor y sentido, pero el saber que esos mundos reposan en la nada da lugar a una melancolía con todos los matices de encubrimiento, mentira y fingimiento que puede denotar la palabra.

Así es como en ocasiones resultamos ser, la ontología no miente...

3 comentarios:

Lili dijo...

A veces nuestro reflejo no es suficiente para saber cómo somos... pero nuestras acciones... esas nunca fallan..

SALUDOS..........XD!!

Levan dijo...

Todo depende de que tan fiel sea el espejo lili.

Saludos.

Anónimo dijo...

y cuando tu reflejo no es lo que esperas??... cuando sabes que tus acciones no han sido las correctas???....

Que mas se puede hacer?